... y como todos los años, hoy estás presente. En este muro, en este espacio, en este pedazo de la realidad. Presente y latente, como cualquier emoción que conmueva un alma o congoja que la contraiga. Son ya dieciocho años, una mayoría de edad, que ha arrastrado sus días llevándote en la nuca. Si digo siempre, no miento. Creo que es patente.
Así que dormiremos, crearemos, comeremos, follaremos, pariremos, lloraremos, reiremos y moriremos con una pieza menos del puzzle, como llevamos haciendo desde dieciocho. Con el dolor de no ver el dibujo de su superficie, y con la dolorosa incógnita de no saber cómo, con esa pieza, hubiera lucido el dibujo completo.
Pero volverás, como cada año, en luz de neón y de tubo catódico, en led o plasma frío, a mostrar tu fotocopia. Y nosotros, dolentes, nos aferraremos a ella como un bebé se aferra a un trapo, pensando que así los cocos no vendrán a comernos los pies. Dulces mentiras, que hoy, se vuelven dulces puñales. Y duelen igual que el primer día.
Duerme, niño, entre las flores. Los abetos sabrán cantarte una nana.
Magnífica, como siempre. Tienes un corazón que es pura poesía y amor. Y encima sabes expresarlo.
ResponderEliminarSi él pudiera, volvería a este mundo de locos sólo por abrazarte y agradecerte esas palabras tan bellas que le dedicas cada año.
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