Esta es una nueva entrada del diario de Hatsu, un reto que fue planteado de la siguiente forma: diez minutos para escribir un texto fantástico (sin revisarlo) que contenga al menos una aliteración. Cronómetro en mano, esto fue lo que salió (12-XII-2006)
"Hay apósitos de todos los colores: cuerda de tender de calibre 8, sedal de pescar ballenas blancas, laca de uñas para arañar queso, pelusas rodadoras de mil años de altitud... Puedes comprar cremalleras de ojo, corchetes de labio, candados de oreja... Puedes escalar a la segunda planta subido en la concha de un caracol, y buscar en los estantes alas de escama, piel de papel, sobreros de paja... Quizá te encuentres con el mirmidón dormido, con la anémona mimosa, con cien estatuillas de barro que suenan al tocarlas a corteza fría, a escarcha y crujidos...
¿Sonríes? No lo suficiente. Muerde la almohada y vuelve más tarde, el canto del mirlo quebrará el momento exacto.
Recoge el filo de las palabras y abre con él los campos húmedos. Verás brotar los árboles de la poesía...
Apartar las ramas de un bosque de cuchillas con el golpe de aire de una pluma batida. Te regalo un Siete melancólico. Dale de comer un poco y quizá crezca como Ocho rollizo, que sonría un tanto en el arco de su cintura. Dormirá pensando en tus cuentos, y sus dulces comilonas traspasarán lo físico alimentando esperanzas. Será Nueve entonces, un Nueve orgulloso que yerga la cabeza. Tomará arco y flechas y cruzará el mundo, ensartando las hojas que caigan de las encinas, como alfileres del cielo. Como alfileres.
Los días helados pasarán en su peregrinaje, convirtiendo las afiladas hojas en caricias de olor. Y las flechas no servirán de nada, ya nunca más. Arrojará una sombra inquieta el Nueve, deshaciendo su cabeza en lágrimas de rocío, volviéndose Uno. Callarán entonces gaviotas y grillos, y la arena escocerá en los ojos. Nadie sabrá entonces si llora de veras..."
"Hay apósitos de todos los colores: cuerda de tender de calibre 8, sedal de pescar ballenas blancas, laca de uñas para arañar queso, pelusas rodadoras de mil años de altitud... Puedes comprar cremalleras de ojo, corchetes de labio, candados de oreja... Puedes escalar a la segunda planta subido en la concha de un caracol, y buscar en los estantes alas de escama, piel de papel, sobreros de paja... Quizá te encuentres con el mirmidón dormido, con la anémona mimosa, con cien estatuillas de barro que suenan al tocarlas a corteza fría, a escarcha y crujidos...
¿Sonríes? No lo suficiente. Muerde la almohada y vuelve más tarde, el canto del mirlo quebrará el momento exacto.
Recoge el filo de las palabras y abre con él los campos húmedos. Verás brotar los árboles de la poesía...
Apartar las ramas de un bosque de cuchillas con el golpe de aire de una pluma batida. Te regalo un Siete melancólico. Dale de comer un poco y quizá crezca como Ocho rollizo, que sonría un tanto en el arco de su cintura. Dormirá pensando en tus cuentos, y sus dulces comilonas traspasarán lo físico alimentando esperanzas. Será Nueve entonces, un Nueve orgulloso que yerga la cabeza. Tomará arco y flechas y cruzará el mundo, ensartando las hojas que caigan de las encinas, como alfileres del cielo. Como alfileres.
Los días helados pasarán en su peregrinaje, convirtiendo las afiladas hojas en caricias de olor. Y las flechas no servirán de nada, ya nunca más. Arrojará una sombra inquieta el Nueve, deshaciendo su cabeza en lágrimas de rocío, volviéndose Uno. Callarán entonces gaviotas y grillos, y la arena escocerá en los ojos. Nadie sabrá entonces si llora de veras..."
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