Pero Remus no quería escucharlos. Era todo por su culpa, todo. El hecho de que estuvieran castigados aquella tarde, cuando deberían estar jugando con la nieve en Hogsmeade. Que James no tuviese ocasión de comprarle nada a su madre por su cumpleaños. Que Sirius se hubiera pasado toda la noche despierto, solo en la enfermería, delirando, fruto de una transformación incompleta que había resultado muy dolorosa de enmendar. Que McGonagall los tuviese en un cerco cada vez más estrecho, sospechando de sus ausencias en las noches de luna llena. Que Peter se sintiera frustrado cada vez que sus compañeros se marchaban, porque era incapaz de transformarse aún.
― Remus ― susurró James, tomándolo de los hombros ―, no es para ponerse así, caray... Seguro que la próxima vez nos sale todo perfecto.
― No... no quiero que me acompañéis, nunca más.
Los tres amigos se enervaron, como si les hubiesen arrojado un balde de agua helada. Remus los miraba con desprecio, con ira. Si tenía que enfadarse con sus amigos para que dejasen de ponerse en peligro por su culpa, lo haría. Aún recordaba cómo su yo transformante había olido la carne del semihumano Sirius. Cómo un Black semitransformado, dolorido y arrastrándose, debió abandonar la habitación mientras James contenía los impulsos homicidas del hombre lobo.
También se acordaba de cómo gritó Sirius después, de cómo luchó contra las manos amigas que trataban de ayudarlo con contrahechizos que le desgarraban la piel y lo desmayaban de dolor. Tardaron al menos seis horas en devolverlo a su estado normal, y cuando terminaron estaba tan débil que no tuvieron más remedio que llevarlo a la enfermería con cualquier excusa.
Lo peor de sus transformaciones en hombre lobo eran el descontrol, el dolor, y el hecho de que recordaba con nitidez los detalles de su ira. Su padre le había dicho que aún era joven, que cuando se hiciese más mayor perdería del todo la conciencia al llegar la luna llena.
Y le daba pánico estar allí, contemplando sin poder hacer nada, dentro de sí mismo, cómo quizá el día de mañana podría despedazar sin piedad a sus amigos.
― No digas sandeces ― escupió Black, echándose el cabello para atrás ― Vamos a perdernos toda la diversión cuando tú...
― ¡PARA MÍ NO ES DIVERTIDO CONVERTIRME EN UN ASESINO!
Se sacudió las manos de James de los hombros, y corrió a enterrarse en la cama. Nadie dijo nada durante un minuto.
― Lunático...
James se había acercado en silencio. Remus pudo notar el movimiento del colchón cuando se sentó junto a su espalda.
― Vamos... sabes que si nos transformamos por completo no nos haces nada. No hay peligro. No nos sientes como criaturas humanas...
― No es necesario ― gimió Remus, encogiéndose sobre sí mismo ―, no hace falta que me acompañéis. No quiero que vengáis.
― No puedes impedírnoslo ― susurró Sirius, encolerizado ―, somos tus amigos.
― No quiero que se derrame más sangre... No quiero mataros...
― Hey, chicos ― la voz alegre de Peter se alzó por sobre los susurros y lamentos. Estaba deseando hacer algo que parase aquella situación ―. Mirad lo que puedo hacer...
Lo vieron arrugar la nariz con fuerza y ponerse rojo de concentración. De repente, los labios se le estiraron hacia delante, la nariz se le puso negra y le creció vello cálido y gris, hasta formar un hociquillo húmedo rematado por largos bigotes.
― Creo que he encontrado mi animal ― habló la boca de ratón de Peter ―, pero no es tan genial como un mastín o un ciervo... vaya lata...
Parpadeando con fuerza, devolvió las facciones a su estado normal. Sirius esbozó una sonrisa torcida, que se transformó después en una peligrosa línea de dientes blancos.
― Pero podemos conseguir muchas cosas contigo... imagina la de lugares en los que podrás entrar, la de llaves que podremos robar...
Peter se ruborizó. No había pensado en aquello, pero ahora le parecía genial transformarse en ratón. Su gesto de orgullo prendió una pequeña llama en el corazón desconsolado de Remus, que se enjugó las lágrimas.
― No te mandaremos al despacho de McGonagall, eso por descontado ― rió James, imitando un maullido y revolviéndole el cabello a Peter ―, pero trabaja duro para dentro de cuatro semanas.
― Por fin todos los merodeadores a hacer el animal ― sonrió Sirius, quitándose de encima las sábanas. Ya no parecía tan enfermo, porque le había vuelto el color al rostro ―. Y no creo que nos pasemos por el baño de prefectos esta vez...
― Al menos mientras estén las chicas de Hufflepuff... ― añadió Peter. Aún recordaba sus chillidos, y las voces de la profesora McGonagall al castigarlos sin visita a Hogsmeade.
― Podemos llevar la capa invisible ― sugirió James, mirando de reojo a sus amigos.
Todos pemanecieron callados, sopesando las posibilidades. Los ojos de Sirius brillaron al encontrarse con los de Remus, que ya se había incorporado y tenía el rostro seco.
― Te dejamos colarte con la capa si nos dejas ir contigo.
― Yo no quería...
― Ya lo sé, idiota ― respondió Sirius, levantándose de la cama y arrojándole un pastelito de caldero de los que había en el alféizar. Remus lo tomó. No se había dado cuenta del hambre que tenía ―. Ya lo sé.
― Remus ― susurró James, tomándolo de los hombros ―, no es para ponerse así, caray... Seguro que la próxima vez nos sale todo perfecto.
― No... no quiero que me acompañéis, nunca más.
Los tres amigos se enervaron, como si les hubiesen arrojado un balde de agua helada. Remus los miraba con desprecio, con ira. Si tenía que enfadarse con sus amigos para que dejasen de ponerse en peligro por su culpa, lo haría. Aún recordaba cómo su yo transformante había olido la carne del semihumano Sirius. Cómo un Black semitransformado, dolorido y arrastrándose, debió abandonar la habitación mientras James contenía los impulsos homicidas del hombre lobo.
También se acordaba de cómo gritó Sirius después, de cómo luchó contra las manos amigas que trataban de ayudarlo con contrahechizos que le desgarraban la piel y lo desmayaban de dolor. Tardaron al menos seis horas en devolverlo a su estado normal, y cuando terminaron estaba tan débil que no tuvieron más remedio que llevarlo a la enfermería con cualquier excusa.
Lo peor de sus transformaciones en hombre lobo eran el descontrol, el dolor, y el hecho de que recordaba con nitidez los detalles de su ira. Su padre le había dicho que aún era joven, que cuando se hiciese más mayor perdería del todo la conciencia al llegar la luna llena.
Y le daba pánico estar allí, contemplando sin poder hacer nada, dentro de sí mismo, cómo quizá el día de mañana podría despedazar sin piedad a sus amigos.
― No digas sandeces ― escupió Black, echándose el cabello para atrás ― Vamos a perdernos toda la diversión cuando tú...
― ¡PARA MÍ NO ES DIVERTIDO CONVERTIRME EN UN ASESINO!
Se sacudió las manos de James de los hombros, y corrió a enterrarse en la cama. Nadie dijo nada durante un minuto.
― Lunático...
James se había acercado en silencio. Remus pudo notar el movimiento del colchón cuando se sentó junto a su espalda.
― Vamos... sabes que si nos transformamos por completo no nos haces nada. No hay peligro. No nos sientes como criaturas humanas...
― No es necesario ― gimió Remus, encogiéndose sobre sí mismo ―, no hace falta que me acompañéis. No quiero que vengáis.
― No puedes impedírnoslo ― susurró Sirius, encolerizado ―, somos tus amigos.
― No quiero que se derrame más sangre... No quiero mataros...
― Hey, chicos ― la voz alegre de Peter se alzó por sobre los susurros y lamentos. Estaba deseando hacer algo que parase aquella situación ―. Mirad lo que puedo hacer...
Lo vieron arrugar la nariz con fuerza y ponerse rojo de concentración. De repente, los labios se le estiraron hacia delante, la nariz se le puso negra y le creció vello cálido y gris, hasta formar un hociquillo húmedo rematado por largos bigotes.
― Creo que he encontrado mi animal ― habló la boca de ratón de Peter ―, pero no es tan genial como un mastín o un ciervo... vaya lata...
Parpadeando con fuerza, devolvió las facciones a su estado normal. Sirius esbozó una sonrisa torcida, que se transformó después en una peligrosa línea de dientes blancos.
― Pero podemos conseguir muchas cosas contigo... imagina la de lugares en los que podrás entrar, la de llaves que podremos robar...
Peter se ruborizó. No había pensado en aquello, pero ahora le parecía genial transformarse en ratón. Su gesto de orgullo prendió una pequeña llama en el corazón desconsolado de Remus, que se enjugó las lágrimas.
― No te mandaremos al despacho de McGonagall, eso por descontado ― rió James, imitando un maullido y revolviéndole el cabello a Peter ―, pero trabaja duro para dentro de cuatro semanas.
― Por fin todos los merodeadores a hacer el animal ― sonrió Sirius, quitándose de encima las sábanas. Ya no parecía tan enfermo, porque le había vuelto el color al rostro ―. Y no creo que nos pasemos por el baño de prefectos esta vez...
― Al menos mientras estén las chicas de Hufflepuff... ― añadió Peter. Aún recordaba sus chillidos, y las voces de la profesora McGonagall al castigarlos sin visita a Hogsmeade.
― Podemos llevar la capa invisible ― sugirió James, mirando de reojo a sus amigos.
Todos pemanecieron callados, sopesando las posibilidades. Los ojos de Sirius brillaron al encontrarse con los de Remus, que ya se había incorporado y tenía el rostro seco.
― Te dejamos colarte con la capa si nos dejas ir contigo.
― Yo no quería...
― Ya lo sé, idiota ― respondió Sirius, levantándose de la cama y arrojándole un pastelito de caldero de los que había en el alféizar. Remus lo tomó. No se había dado cuenta del hambre que tenía ―. Ya lo sé.
Hatsune, 'El último Marauder'
4 comentarios:
Qué bonitoooo...snifff...
¿De dónde ha salido esto?
¡Queremos saber!¡Queremos saber!
Jajajaja!
Namiaurë, guapaaa!!
Ha salido de un fanfic de Hatsune. O sea, de un fanfic mío. Hatsune es mi nombre en fanfiction.net... esto la verdad es que es un fanfic que tengo bastante abandonado, en el que se cuenta la infancia y 'presente' (pre-séptimo libro) de Remus, el último Merodeador.
en fanfiction.net tengo colgado un fic de un solo capítulo Remus-Tonks, te invito a leerlo.
Gracias por postear con palabras tan halagadoras!
Findûsuki Hatsune.
pues también me ha gustado mucho y eso que me suele dar pereza leer fanfics. Por cierto ¿de quién son las ilustraciones? son geniales, sobre todo la última. La segunda(la de Lupin con la silueta al fondo del lobo) es más manga, más típica, pero la verdad es que la expresión tristona de los ojos de Remus está logradísima.
Olatz
la tercera es de selveth
http://freenet-homepage.de/selveth/
una chica alemana muy maja que me permitió usar la ilustración... la verdad es que si no las usas con ánimo de 'vender' (camisetas, etc) no les importa.
La segunda es de una ilustradora que me chifla: Gensoukyoku. Es genialllll...
Bueno, lo mismo un día cuelgo el fic para que lo leáis y me contéis... wehehehe
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