Me voy unos diítas a Barcelona, a ver qué me cuenta la Ciudad Condal (que espero, sea mucho). Por lo pronto, el tiempo me cuenta lluvias y nieves, un tiempo óptimo para que deja la neblina perfecta del buen Turismo Cultural. Aunque parece que sale el sol...
Antes de emprender el viaje, unas notitas, ¿por qué no?, del diario de Hatsu.
declarado el estado de emergencia, recién terminado el trabajo arcano, aquel que sueña entre suspiros se aleja silbando de quien suspira entre sueños. dos calles más abajo se detiene a oler la frescura de la noche, prendido en luciérnagas, con los párpados cerrados, suavemente, en un susurro inaudible.
llena los pulmones de aire, haciendo ruido, sin casi mover el cuerpo, frunciendo levemente los labios, escondidos en el cuello del abrigo. sus dientes pequeños se entrechocan, gozosos en el hielo, enterrados en una piel tan blanca. su ronroneo queda ahogado en la lana, su placer se extiende hasta la punta de los dedos con un repentino escalofrío, que eriza el vello claro de la nuca, doliendo en las chispas. y se queda allí, silente, tan bello en el frío que se vuelve intocable.
yo miro y me sonrío, y las tripas me bailan. me siento mutilada en las entrañas por tal visión, el estómago me da un vuelco y me mareo. continúo mirando con las yemas temblorosas, con las ganas empujando para salir, con las cadenas que tintinean clavadas en la carne y los labios latiendo como fubu recién pescado. su voz reverbera en mí, como en las húmedas cavernas donde se arrastran mis peces luminiscentes. su voz despierta mis sapos y espanta mis pequeñas mariposas, que chocan contra las peredes haciendo vibrar sus alas de cristal.
y la noche se extiende entre nosotros, sublime, profunda. traza sus sombras enredando las nuestras. surgen vacíos en los bolsillos, los guantes, las cuencas oculares. da el primer paso y se aleja, con sus dedos estremecidos, sus ronroneos, sus dientes pequeños y su escalofrío...
(19 de Enero de 2006)
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