Y ya te has ido, ya no queda nada.
No hay tumba para el cuerpo tan pequeño
no hay flores de sepulcros diminutos
no hay sones de lo fúnebre esperando.
No hay óbitos que canten lo que eras
ni esquelas que revelen tu misterio
ni recitados de solemne grave
ni lápidas que lloren en otoño.
Te vas, pequeña y sola, y el silencio
se arrastra hasta pegarse en los resquicios
lo oscuro se acurruca en tus rincones
lo horrible baila jigas con lo feo.
Te vas, y son mis manos pergamino
y son mis ojos presa de la arena
Te vas, mientras se enfría poco a poco
la diminuta huella de tu cuerpo.
Y ya te has ido, ya no queda nada.
Sólo quedan mis ayes y mi insomnio
tan sólo quedan ya los ecos tuyos
que poco a poco ha de comerse el tiempo.
Y ya te has ido, ya no queda nada.
No hay tumba para el cuerpo tan pequeño
no hay flores de sepulcros diminutos
no hay sones de lo fúnebre esperando.
No hay óbitos que canten lo que eras
ni esquelas que revelen tu misterio
ni recitados de solemne grave
ni lápidas que lloren en otoño.
Te vas, pequeña y sola, y el silencio
se arrastra hasta pegarse en los resquicios
lo oscuro se acurruca en tus rincones
lo horrible baila jigas con lo feo.
Te vas, y son mis manos pergamino
y son mis ojos presa de la arena
Te vas, mientras se enfría poco a poco
la diminuta huella de tu cuerpo.
Y ya te has ido, ya no queda nada.
Sólo quedan mis ayes y mi insomnio
tan sólo quedan ya los ecos tuyos
que poco a poco ha de comerse el tiempo.
Y ya te has ido, ya no queda nada.
0 comentarios:
Publicar un comentario