Hoy, como cada 24 de octubre, bajaremos a las doce de la noche (un poco antes, para ver si podemos aparcar) a comer las Sopas del Santo.
Mañana es San Frutos, patrón de Segovia. Esta noche celebramos su festividad bajando a la Plaza Mayor a degustar, a medianoche y con toda la helada, la Sopa del Santo. Se trata de sopa de ajo elaborada por los cocineros de los restaurantes segovianos, y aunque lleva pocos ingredientes (básicamente agua, ajo, aceite, pimentón, jamón, huevo hilado y sal) sabe de maravilla sobre todo por el frío que hace y lo bien que entra la jodía sopa.
Es una de las tradiciones que más me gustan. Además del buenísimo ambiente que se respira en la plaza abarrotada y bulliciosa, de los chascarrillos de los cocineros, de la cazuelita de barro que te llevas a casa, hay muy buena música y ves gente de todo tipo, incluso a amigos que hace tiempo que no ves. A los ancianos en los bancos bajo las acacias. Los de la Asociación de Amigos de la Capa, junto a la Catedral. La Junta de Nobles Linajes, en los soportales del Ayuntamiento. Los chiquillos de instituto, sentándose en los rincones. Los punkis, en las escaleras del kiosko calentándose los mitones y los gargaverates con la sopa...
En casa casi nunca la como. La verdad es que no me gusta demasiado. Pero me pasa como los bocatas en el campo o la tortilla fría cuando vamos a setas o a nícalos (este fin de semana, ¡por fin!), que te comerías un cura arropao a una manta. Saben a gloria la noche de San Frutos las sopas del Santo.
Y luego, a eso de las doce de la noche, nos apretamos en la puerta de San Frutos de la Catedral donde se recita el romance del santo. Nada más y nada menos que, viéndose acuciado y asediado por sus enemigos, golpeó el suelo con su cayado en la famosa cuchillada y abrió las Hoces del río Duratón (donde ahora está su ermita). Sin barrenos ni nada, allá por el siglo séptimo.
Entonces la cofradía comienza el rito, y todos vemos al santo pasar la hoja de su grueso volumen (la llamada pasada de la hoja). Dicen que cuando se le acabe el libro se acabará el mundo. Hay muchos que darían lo que fuera por saber cuántas páginas le quedan, muchos otros preferimos seguir viviendo en la ignorancia a este respecto.
Así que ya lo sabéis: si pasáis por Segovia un 24 de octubre por la noche, no dejéis de calentaros las manos, el estómago y el ánimo con la sopa de San Frutos.
Findûriel, apilando las cazuelitas de años anteriores para hacer sitio a la de este año.
Mañana es San Frutos, patrón de Segovia. Esta noche celebramos su festividad bajando a la Plaza Mayor a degustar, a medianoche y con toda la helada, la Sopa del Santo. Se trata de sopa de ajo elaborada por los cocineros de los restaurantes segovianos, y aunque lleva pocos ingredientes (básicamente agua, ajo, aceite, pimentón, jamón, huevo hilado y sal) sabe de maravilla sobre todo por el frío que hace y lo bien que entra la jodía sopa.
Es una de las tradiciones que más me gustan. Además del buenísimo ambiente que se respira en la plaza abarrotada y bulliciosa, de los chascarrillos de los cocineros, de la cazuelita de barro que te llevas a casa, hay muy buena música y ves gente de todo tipo, incluso a amigos que hace tiempo que no ves. A los ancianos en los bancos bajo las acacias. Los de la Asociación de Amigos de la Capa, junto a la Catedral. La Junta de Nobles Linajes, en los soportales del Ayuntamiento. Los chiquillos de instituto, sentándose en los rincones. Los punkis, en las escaleras del kiosko calentándose los mitones y los gargaverates con la sopa...
En casa casi nunca la como. La verdad es que no me gusta demasiado. Pero me pasa como los bocatas en el campo o la tortilla fría cuando vamos a setas o a nícalos (este fin de semana, ¡por fin!), que te comerías un cura arropao a una manta. Saben a gloria la noche de San Frutos las sopas del Santo.
Y luego, a eso de las doce de la noche, nos apretamos en la puerta de San Frutos de la Catedral donde se recita el romance del santo. Nada más y nada menos que, viéndose acuciado y asediado por sus enemigos, golpeó el suelo con su cayado en la famosa cuchillada y abrió las Hoces del río Duratón (donde ahora está su ermita). Sin barrenos ni nada, allá por el siglo séptimo.
Entonces la cofradía comienza el rito, y todos vemos al santo pasar la hoja de su grueso volumen (la llamada pasada de la hoja). Dicen que cuando se le acabe el libro se acabará el mundo. Hay muchos que darían lo que fuera por saber cuántas páginas le quedan, muchos otros preferimos seguir viviendo en la ignorancia a este respecto.
Así que ya lo sabéis: si pasáis por Segovia un 24 de octubre por la noche, no dejéis de calentaros las manos, el estómago y el ánimo con la sopa de San Frutos.
Findûriel, apilando las cazuelitas de años anteriores para hacer sitio a la de este año.
3 comentarios:
Qué bonito todo!! a mí la sopa de ajo sí me gusta, ahora bien, a esas horas de la noche debe entrar sola jejeMe gusta cómo se guardan las tradiciónes en Segovia ;)
Jo, pues a mí no me va mucho, pero sí me hubiera molado el ambientillo. A ver si me paso este fin de semana (no es una amenaza, es para darte tu regalazo de cumpleaños :p)
besuños
la mouer
PD: Por como hablas de ellos, los punkies parecen una especie autóctona de Segovia. Me mola.
PPD: OGUSHUN RULZ
Como molan las tradiciones de Segovia. Yo la sopa esa no la he probado nunca, a ver si me tendre que pasar a otro año pa catarla.
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