Meme: de la mayor vergüenza

Vía mail de Kenobi. (a ver si este meme tiene la misma popularidad que el del test XD)

Se trata de recordar una situación hilarante de estas que te hicieron pensar 'tierra trágame' cuando te sucedió, pero que hoy en día cuentas como una anécdota más. Sobre todo porque estas situaciones suelen ser culpa de los demás, y no tuyas, que tú bien que estás seguro de lo que haces, pero no, el mundo te tiene que llevar la contraria.

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Sucedió a cierta edad, no voy a decir cuál, cuando se me ocurrió ir por primera vez a comprar condones. Que eso no tiene que ser siempre cosa de ellos. Ya ves, de vez en cuando no se cavilan demasiado este tipo de cosas, mejor no cavilarlas. El caso es que me planté como todas las adolescentes, ahí, toda nerviosa pero aparentando ser mayor y madura, como si el hecho de comprar condones fuese lo más natural del mundo para mí, vamos, como si hubiera nacido para comprar condones.

Le dije al farmacéutico que quería una caja de seis preservativos. Esperaba que el hombre, que tenía cara de abuelete entrañable de estos que en cuanto te descuidas te suelta un Werthers Original, se diese la vuelta y cogiese la cajita, alargándome el cambio con una sonrisa profesional. Una amiga me había recomendado que fuese a la farmacia de mi barrio, que los tenían en un estante y tú misma los cogías sin tener que pedirlos. Pero me daba demasiada vergüenza que los mismos farmacéuticos que me vendían el flúor para los dientes me diesen los preservativos. Vamos, que me han visto crecer, y me daba mucho apuro.

Tambien existía (y existe) una máquina expendedora de condones en el centro de Segovia, pero eso también me daba cierta vergüenza. Era como estar haciendo algo lo suficientemente sucio como para hacerlo a escondidas. Y yo no lo consideraba para nada algo clandestino.

Pero el abuelete me miró de arriba a abajo, las pintas de yonkarra que llevaba a esas edades no eran suficientes para ocultar mi edad, y debió considerar aquello una indecencia, así que me preguntó con voz cortante:

- ¿Y para qué quieres tú una caja de preservativos, niña?

Ahí se me detuvo el mundo. No me esperaba para nada aquello.

La respuesta vino clara y límpida a mi mente, una respuesta acorde con mi talante cordial y vocabulario elevado de aquella época 'Pues para lo que todo el mundo, ¿a usted qué coño le importa, joder?'.

Pero, oh, campos de soledad, mustios collados... mi voz no quería decir lo mismo, tan avergonzada me hallaba que se me atoraban las palabras. Maldita economía del tartamudeo...

- Pues para... joder...

Podéis figuraros la ulterior faz del interfecto ante tamaña declaración. Resultó al fin que me había ido a meter en la única farmacia profundamente religiosa de toda la ciudad, y poco le faltó al hombre para soltarme un sermón sobre la inocencia, la castidad, la virginidad y la madre que los parió. Ya ante tamaña actitud paternalista y con un sonoro 'váyase usted a la mierda' por mi parte, se quedó sin la pasta, y yo sin los preservativos.

Benditas las amigas que tienen menos vergüenza y compran en máquinas expendedoras a plena luz del día para dárselos a una pobre a la que el trauma le duró bastante tiempo...

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Nomino a... bwehehe... todos aquellos que no lo hayáis hecho. Que una quiere leer anecdotarios, no me seáis cobardes. Así a bote pronto se me ocurren memeros como Silmaril, Flordesombra, Narya, Boromir, Narquë, Finduilas, Celébnar, Selerkála, y todos mis contactos en general... incluídos los enanos :)

Findûriel, trapos sucios, a lavar y tender.