Allá por marzo una amiga me puso el primer capítulo de esta serie. Me dijo 'seguro que te gusta, lo llaman un cuento de hadas forense, tiene colores muy vivos y cosas muy Burtonianas'. Recordé que Erendis andaba loca por esta serie, y le di una oportunidad con dos recomendaciones tan fiables...
El primer capítulo me gustó bastante, pero tardé aún un tiempo en ver el segundo. Y de ahí, toda la serie entera hasta hace unos días, ya que fue suspendida y tenía un número limitado de capítulos. Y, como las tartas del Pie Hole, tienen que disfrutarse con deleite (y un vaso gigante de leche).
Pushing Daisies fue una apuesta bastante arriesgada en la televisión norteamericana. Un cuento de hadas, con la potente e hipnotizadora voz de un narrador (me encanta su acento), colores vivos y ricos, guiones surrealistas pero perfectamente integrados en el argumento, y constantes y graciosísimos juegos de palabras en cada episodio. Ned, a quien el narrador llama constantemente 'the pie maker' es un personaje que descubre de niño un poder muy especial: puede resucitar a los muertos. Lo descubre al tocar a su perro Digby después de que lo atropelle un camión.
Más tarde, su madre sufre un derrame cerebral y muere al instante. Ned, naturalmente, la resucita. Pero a través de la ventana ve cómo muere, al cabo de un minuto, su vecino de enfrente, el padre de su amiga Chuck. Y es que él no sabía, hasta ese instante, que cada vida recuperada se cobra un precio equivalente en las formas vivas cercanas. Una vida vuelve, y si permanece viva más de sesenta segundos, se paga con una vida que se va.
Pero eso no es todo. Esa misma noche, su madre lo arropa y le da un beso de buenas noches... muriendo de nuevo al instante, y de forma permanente. Primer toque, vida. Segundo toque, muerte, y para siempre.
Con esta premisa empieza la serie. Ned se convertiría en pastelero, refrescando de vida las frutas con las que hace las tartas aportando tan sólo un toque. Y otros muchos personajes, tan llenos de misterios y luces como Ned. Chuck, la niña a quien amó en su infancia, revivida por su mano pero a la que no puede tocar nunca más para que no muera. Emerson, el detective junto al cual resuelven variopintos y originales crímenes... preguntando directamente, y durante menos de sesenta segundos, a las víctimas. Olive, la camarera, llena de secretos pero tan chispeante y vibrante como un vaso de soda. Las tías de Chuck, sirenas retiradas, y que se dedican al cuidado de pájaros tropicales en su casa, exótica y hogareña a la vez, como un enorme anticuario modernista lleno de vida...
Os la recomiendo fervientemente (como siempre, mejor en versión original) porque, pese a que el argumento puede sonar un poco tétrico, está tratado como un cuento de hadas (no lo definen así por nada). Cada episodio es una nueva aventura, y cada vez se acercan más a las complejidades de los múltiples problemas de la convivencia entre un pastelero con poderes pero que no puede acariciar a su amada, una resucitada que se muere por darle un beso (nunca mejor dicho), una camarera que se debate entre el amor por el pastelero y el deseo de conocer los secretos de sus tramas, y un detective aficionado al punto de lana y los pop-up books que perdió lo más importante de su vida aunque no deja de buscarlo...
Una pena que la suspendieran, porque su forma de tratar lo mortal sin ser macabro, y lo sentimental sin ser ñoño, eran únicas.
Findûriel
PD: el título de la serie, 'empujando margaritas (hacia la superficie)' se traduciría con la castellana expresión 'criando malvas' :) Y la serie da un hambre de comer tarta...
El primer capítulo me gustó bastante, pero tardé aún un tiempo en ver el segundo. Y de ahí, toda la serie entera hasta hace unos días, ya que fue suspendida y tenía un número limitado de capítulos. Y, como las tartas del Pie Hole, tienen que disfrutarse con deleite (y un vaso gigante de leche).
Pushing Daisies fue una apuesta bastante arriesgada en la televisión norteamericana. Un cuento de hadas, con la potente e hipnotizadora voz de un narrador (me encanta su acento), colores vivos y ricos, guiones surrealistas pero perfectamente integrados en el argumento, y constantes y graciosísimos juegos de palabras en cada episodio. Ned, a quien el narrador llama constantemente 'the pie maker' es un personaje que descubre de niño un poder muy especial: puede resucitar a los muertos. Lo descubre al tocar a su perro Digby después de que lo atropelle un camión.
Más tarde, su madre sufre un derrame cerebral y muere al instante. Ned, naturalmente, la resucita. Pero a través de la ventana ve cómo muere, al cabo de un minuto, su vecino de enfrente, el padre de su amiga Chuck. Y es que él no sabía, hasta ese instante, que cada vida recuperada se cobra un precio equivalente en las formas vivas cercanas. Una vida vuelve, y si permanece viva más de sesenta segundos, se paga con una vida que se va.
Pero eso no es todo. Esa misma noche, su madre lo arropa y le da un beso de buenas noches... muriendo de nuevo al instante, y de forma permanente. Primer toque, vida. Segundo toque, muerte, y para siempre.
Con esta premisa empieza la serie. Ned se convertiría en pastelero, refrescando de vida las frutas con las que hace las tartas aportando tan sólo un toque. Y otros muchos personajes, tan llenos de misterios y luces como Ned. Chuck, la niña a quien amó en su infancia, revivida por su mano pero a la que no puede tocar nunca más para que no muera. Emerson, el detective junto al cual resuelven variopintos y originales crímenes... preguntando directamente, y durante menos de sesenta segundos, a las víctimas. Olive, la camarera, llena de secretos pero tan chispeante y vibrante como un vaso de soda. Las tías de Chuck, sirenas retiradas, y que se dedican al cuidado de pájaros tropicales en su casa, exótica y hogareña a la vez, como un enorme anticuario modernista lleno de vida...
Os la recomiendo fervientemente (como siempre, mejor en versión original) porque, pese a que el argumento puede sonar un poco tétrico, está tratado como un cuento de hadas (no lo definen así por nada). Cada episodio es una nueva aventura, y cada vez se acercan más a las complejidades de los múltiples problemas de la convivencia entre un pastelero con poderes pero que no puede acariciar a su amada, una resucitada que se muere por darle un beso (nunca mejor dicho), una camarera que se debate entre el amor por el pastelero y el deseo de conocer los secretos de sus tramas, y un detective aficionado al punto de lana y los pop-up books que perdió lo más importante de su vida aunque no deja de buscarlo...
Una pena que la suspendieran, porque su forma de tratar lo mortal sin ser macabro, y lo sentimental sin ser ñoño, eran únicas.
Findûriel
PD: el título de la serie, 'empujando margaritas (hacia la superficie)' se traduciría con la castellana expresión 'criando malvas' :) Y la serie da un hambre de comer tarta...